Hoy, 20 años después, recordamos los beneficios que conlleva la implantación de medidas de ahorro y eficiencia energética. Desde A3e, también reivindicamos la necesidad de desarrollar un modelo energético que tenga como eje fundamental el uso racional de los recursos y la energía.
Desde 1998 hasta ahora la eficiencia energética se ha ido consolidando, junto con el uso de energías renovables, como la principal herramienta para construir sociedades más sostenibles y frenar el cambio climático. Tal como la entendemos hoy, la eficiencia energética busca mantener o mejorar nuestra calidad de vida empleando para ello menos recursos. ¿Cómo? Mejorando los procesos, usando productos más innoadores y menos contaminantes y, en definitiva, consumiendo de manera más inteligente.
Al mismo tiempo, en la última década las nuevas tecnologías han convertido a la eficiencia energética en una eficaz herramienta de ahorro que permite a empresas y consumidores energéticos de todo tipo reducir sus gastos corrientes en cantidades cada vez más notables, y con inversiones cada vez menores. La gestión energética, el telecontrol y monitorización de consumos, las auditorías, la innovación tecnológica en materiales y fuentes de energía... Todos los productos y conceptos que promovemos desde A3e han demostrado con creces su rentabilidad medioambiental y económica.
No obstante, el potencial de mejora es todavía enorme. Uno de los principales obstáculos que seguimos afrontando es la falta de concienciación entre consumidores y administración pública, que en muchas ocasiones no perciben la eficiencia energética ni como una oportunidad de ahorro ni como una prioridad de primer orden. Por eso, este Día Mundial de la Eficiencia Energética es un buen momento para recordarnos a todos el papel protagonista que nuestro sector debe jugar para construir sociedades más sostenibles.